Cruz San Raimundo de Peñafort. Discurso de agradecimiento, 9 de marzo de 2016.
Excelentísimo señor Ministro, Ilustrísima señora Subsecretaria, Ilustrísimo señor Director General, ilustrísimo señor Decano del Colegio Nacional de Registradores, y demás autoridades, familiares, compañeros y amigos:
Las primeras palabras no pueden ser otras que de agradecimiento por el inmenso honor que se nos ha concedido al sernos otorgada la Cruz de San Raimundo de Peñafort, condecoración señera del Ministerio de Justicia de la que disfrutan tantos juristas de prestigio.
Un agradecimiento que produce un fructífero vínculo entre quien concede y quien recibe:
Para quien da, debe de ser una satisfacción repartir buenas nuevas y desarrollar el sano ejercicio de reconocer las acciones de otros.
Para quienes recibimos, significa muchas cosas en una: reconocimiento y espaldarazo a la labor desarrollada, empuje para continuar en la brecha, y posibilidad de disfrutar de momentos como este con nuestros familiares y amigos.
Nuestros amigos: Personas especiales que nos acompañan y que han venido a disfrutar volitivamente de este acto, porque como bien dice Oscar Wilde: "Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo; simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima."
Muchas gracias, también a título personal, por haberme conferido el honor de representar con estas palabras a mis ocho compañeros de profesión aquí presentes, con las biografías que ha reseñado Javier, nuestro querido Director y que no dejan de producirnos arrobo al oírlas en público y en un marco tan solemne como el presente, con calificativos fruto de su generosidad para con nosotros.
Ello da lugar a que deba de discernir qué es lo que nos une a los nueve, qué es lo que nos aglutina.
Y entiendo que lo que se ha querido reconocer en nosotros es la vocación de trascender del puro servicio cotidiano en nuestras oficinas, para dar un paso más, con horizontes más amplios, dirigiendo nuestra actividad, normalmente añadida a los horarios de trabajo, hacia proyectos, en muchas ocasiones de la mano del Ministerio, y de la Dirección General de los Registros en particular, o del Colegio de Registradores, que tienen la vocación de beneficiar al conjunto de la ciudadanía.
Al desarrollar estas actividades de servicio, también se va potenciando en una opción individual de cada uno -que en su conjunto se hace colectiva-: la separación entre el trabajo realizado y la remuneración económica, lo que puede suponer un bálsamo en esta sociedad que nos rodea tan mercantilizada y crematística.
Nosotros hemos hecho una dura oposición y nuestro trabajo nos costó obtener la plaza de registrador. Pero la sociedad también se ha portado bien con nosotros a través de un trabajo gratificante. Justo es que devolvamos a esa sociedad el trato que nos ha dispensado.
Y un buen vehículo para ello es el Ministerio, máxime cuando durante estos últimos tiempos, ha desarrollado una intensa labor de la que cabe citar, a modo de ejemplo, y por estar más cercana a nuestra profesión, en muy buena medida a través de la Dirección General de los Registros y el Notariado:
- La profunda reforma de la Ley Hipotecaria en materia de bases gráficas
- La promulgación de la Ley de Jurisdicción Voluntaria
- Modernización del Registro Civil, inscripción de nacimientos desde hospitales y encomiendas en nacionalidad
- El desarrollo de subastas electrónicas y el avance hacia una Justicia sin papel.
- Reformas en favor de los emprendedores facilitando la constitución de empresas con nuevos modelos societarios o la bolsa de denominaciones
- Nuevos registros como el de Fundaciones
- El dictado de una ingente cantidad de resoluciones evitando el silencio negativo
- Nuevas demarcaciones en un proceso todavía inconcluso
- La reforma de los programas para las oposiciones.
- O la orden por la que se creó Órgano Centralizado de Prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo del Colegio de Registradores
Un esfuerzo realmente impresionante en el que muchos de los compañeros aquí presentes de un modo u otro han podido echar una mano entre bambalinas o en primera línea.
Este reconocimiento no puede servir más que de acicate para perseverar en nuestra vocación de servicio en pro de ampliar los frutos que de nuestra profesión puede recibir la sociedad.
En mi opinión, son muchos los retos que la profesión registral tiene por delante. Pero de ellos voy a escoger hoy cuatro: tratamiento electrónico de la información, territorio, comunicación con los ciudadanos y consumidores.
En cuanto al primero, el tratamiento electrónico y telemático de la información es un reto básico para nosotros ya desde hace muchos años, desde que se instalaron los telefaxes en los rincones más recónditos del territorio nacional en la década de los ochenta. En los próximos años, nuestra actividad cotidiana estará cada vez más apegada a los bytes con el salto al registro plenamente electrónico que permitirá, a su vez, que el fruto de nuestro trabajo pueda ser servido en línea casi de modo instantáneo.
Pero nuestra profesión en su esencia no deberá cambiar: deberemos desarrollar herramientas auxiliares, pero ha de preservarse, como ha puesto de relieve el reciente XX Congreso Internacional de Derecho Registral, celebrado en Dubái, la intervención decisoria de la persona. Está fue una de las conclusiones aprobadas: “Para obtener el máximo provecho de las nuevas tecnologías, éstas deben ponerse al servicio de personal altamente cualificado y especializado, que adopte una posición activa en la toma de decisiones”.
En segundo lugar, el territorio. Todos estamos realizando ímprobos esfuerzos para asimilar y aplicar la ley 13/2015 de 24 de junio, que ha supuesto una importante revolución en nuestras oficinas y que ha llevado al pupitre a nosotros mismos y a nuestro personal. La capa de información territorial que ya se está generando extenderá los efectos registrales de legitimación a los datos físicos, asignatura pendiente durante mucho tiempo del registro, y permitirá interactuar con las diversas administraciones para una mejor protección del dominio público, medio ambiente, carreteras, conocimiento de los planes urbanísticos y coordinación con el catastro. El territorio, la finca, puede ser un gancho como para otras materias es el DNI, del que colgar contenidos de las índoles más diversas.
En tercer lugar, todos somos conscientes de que estamos inmersos en la llamada sociedad de la información, de tal manera que a veces nos vemos desbordados por un cúmulo de datos, noticias, contenidos, programas aplicaciones… Y debemos de desempeñar un papel activo y responsable en esta sociedad de la comunicación, mediante el desarrollo y puesta al día, un cuarto de siglo después, del planteamiento esencial del Congreso celebrado en Barcelona en 1989: “Un registro abierto a la Sociedad”, preconizado por quien fue nuestro Decano Carlos Hernández Crespo.
Nosotros los registradores de a pie debemos desarrollar también un papel activo y responsable en los diversos medios que la sociedad de la información nos ofrece como webs o redes sociales. Y desde allí llevar a cabo actividades pedagógicas y divulgativas relacionadas con nuestra profesión explicando para qué puede ser útil al ciudadano.
Varios de los aquí presentes participan en webs como Notariosyregistradores o Aireg, en la refundación del Boletín del Colegio de Registradores con su flamante nuevo Consejo de Redacción y en Revistas como la Revista de Derecho Civil que marca una tendencia que también hemos de potenciar, la relación con el mundo docente, especialmente con las Universidades, para que se produzca un verdadero maridaje entre la teoría y la práctica. Y la relación con cuerpos hermanos como el de los notarios fortaleciendo más lo que nos une que lo que nos separa al servicio de la seguridad jurídica preventiva.
Pero esta labor de comunicación ha de estar también presente en nuestras oficinas, porque la atención personal y directa hacia los ciudadanos que demandan nuestro consejo, debe de estar profundamente imbricada en nuestro quehacer cotidiano.
Y, en cuarto lugar, los consumidores. Los registradores como funcionarios que somos independientes en la calificación responsable, no nos casamos con ninguna fuerza económica por lo que tenemos las manos libres para defender los legítimos intereses de los consumidores frente a cláusulas abusivas impuestas por los predisponentes.
Nuestra labor debe de ser intensa pero equilibrada, porque debemos de velar al mismo tiempo por la pervivencia de figuras de tanta trascendencia jurídica, pero también económica y social, como la hipoteca.
- La hipoteca permite a esos mismos consumidores acceder con más facilidad al crédito. Y en condiciones menos gravosas.
- La hipoteca ayuda a incrementar la riqueza nacional pues los inmuebles no sólo valen por el uso al que esté dedicados sino como instrumento de garantía para comprar tu vivienda o abrir un pequeño negocio.
En definitiva, algo tan prosaico, pero tan importante como ayudar, con un sistema bien engrasado y equitativo, a que, el ciudadano de a pie, con una cuota moderada del préstamo hipotecario fruto de un interés bajo, pueda acceder con más facilidad al crédito y llegar con menos agobios al fin de mes.
Así pues, entre nuestros retos están
- la plena adaptación a una sociedad cada vez más tecnológica dentro de una segunda revolución de Internet, donde debe de mantenerse la actuación humana decisoria;
- salvaguardar los intereses públicos y particulares trabajando en la delimitación territorial de las fincas;
- comunicar con nuestros conciudadanos usando responsablemente los medios que la sociedad de la información pone a nuestro alcance,
- estrechar lazos con el mundo universitario y profesiones complementarias como es la notarial
- y defender a los consumidores, pero preservando a la vez el crédito hipotecario en beneficio de todos.
Nuestra ilusión por seguir trabajando se redobla en actos como este, pero, hemos de ser conscientes de que, en lo esencial, ese empuje debe de surgir de nuestro propio interior, recordando la expresión de Mathama Ghandi: “Nuestra recompensa ya se encuentra en el esfuerzo".
A la hora de canalizar ese empuje, manifestamos:
- Que nosotros nos sentimos orgullosos de ser funcionarios, servidores públicos.
- Que nosotros nos sentimos orgullosos de ser funcionarios del Ministerio de Justicia y trabajar con él en la medida que nos lo demande para seguir luchando por mejorar el bienestar de la sociedad a la que no debemos. Como dijo Plutarco, "No pidas una carga ligera, pide unas espaldas fuertes."
Muchas gracias por tan gran honor.